Prefacio
¿Por qué es necesario un estudio filosófico-antropológico sobre la relación entre el modelo de educación con fines prácticos a otro de fines teóricos? En primer lugar porque el hombre es el único sujeto involucrado en el proceso de la educación. La antropología filosófica estudia el “ser humano en cuanto tal”; es decir, estudia el fenómeno humano y éste puede problematizarse en la siguiente manera:
* El problema del conocimiento.
* El problema del valor.
* El problema de la libertad.
* El problema de la comunicación interpersonal.
* El problema de la ciencia.
Esto se trata, pues, de estudiar el núcleo humano o característica propia de todo hombre. Cabe aclarar que la antropología filosófica no es una ciencia exacta ni experimental sino una ciencia del hombre con una metodología organizada. La implicación filosófica es muy importante en este estudio, pues la validez de una ciencia es objeto de estudio de la epistemología. Ciencia es toda aquella disciplina que tiene un objeto de estudio. Dicho objeto no tiene que ser forzosamente un ente material: la antropología filosófica no pertenece al plano empírico, porque aunque parte de fenómenos visibles concluye en cuestiones no visibles como el valor o el conocimiento de las cosas.
En este ensayo expondré los problemas de la educación en nuestra sociedad mexicana desde la visión de la antropología social (cultura, normas y costumbres), pero el trasfondo es meramente filosófico-antropológico. Una de las cuestiones claves es: ¿La educación debe ser formativa o adriestrativa? ¿Debe estar enfocada sólo a lo práctico? ¿Debe remunerar sólo en dinero?
Introducción
La educación en nuestro país ha tomado, desde hace ya varias décadas, el rumbo del adiestramiento tecnológico dejando de lado la formación en base al pensamiento crítico. Esta aparente lucha entre el conocimiento práctico y la sabiduría teórica, es decir, la filosofía, no es nuevo. Ya en el siglo IV antes de Cristo se dio en la Atenas democrática el mejor y más claro ejemplo de este choque: Sócrates fue juzgado por “corromper a la juventud”. Según esta acusación Sócrates corrompía a los jóvenes porque éstos, una vez que discutían con él, eran menos susceptibles de ser persuadidos por otras personas, en especial los sofistas.
En aquella época los sofistas y los filósofos estaban inmersos en una lucha intelectual. La opinión general era que los filósofos estaban dedicados a las cosas divinas y los sofistas a las cosas del hombre; o sea, que unos estaban dedicados a cosas que, según algunas posturas, no servían para nada y los otros se dedicaban a las cosas que eran importantes en la vida diaria. Ya desde entonces se había impuesto el saber práctico sobre el saber teórico.
A Sócrates se le reprochaba el “corromper” a los jóvenes atenienses, pues se volvían indiferentes a participar en la democracia de la polis. Debe ser probable que los jóvenes reaccionaran así, pues las discusiones con Sócrates les daban la posibilidad de ver las coas de otra manera, de ver más alternativas en las situaciones que se presentaban y, sobre todo, de una nueva concepción de sí mismo.
Han pasado más de dos mil años y las circunstancias, con sus particularidades, siguen siendo las mismas: la democracia hoy está ligada al aspecto económico; la economía sigue el modelo del libre mercado mejor conocido como capitalismo, sobre todo en nuestro país, que es de tipo neoliberal. Es por eso que el Estado hace programas de estudio, a los que destina buena cantidad del presupuesto, para dar al sector productivo hombres y mujeres adiestrados para desarrollar los procesos industriales que la sociedad de consumo necesita. Pero en el aspecto formativo en base al pensamiento crítico el panorama es deplorable: cada vez hay menos escuelas o facultades de humanidades, los estudiantes de estas carreras no encuentras lugares donde desarrollarse y la visión popular que se tiene de ellos es que no saben hacer nada práctico, es decir, que no saben hacer algo que les retribuya dinero. Ante este panorama me pregunto: ¿qué tipo de persona se busca formar?
Antecedentes
Sócrates fue llevado a juicio por corromper a la juventud y por no creer en los dioses de la cuidad. Estos cargos que le fueron imputados señalaban un atentado contra la democracia por parte del filósofo. La democracia era entendida como la participación de todos en las decisiones del Estado, cosa que en la práctica no era así, pues las mujeres, los esclavos y los hombres de clases bajas eran excluidos de toda opinión. La “democracia”, pues, fue el pretexto por el cual Sócrates fue puesto bajo la autoridad del tribunal. La verdadera causa por la que fue acusado es por cuestión de hegemonía y de dinero. Los acusadores eran: Meleto quien representaba a los poetas; Ánito, representante de los políticos; y Licón en representación de los oradores. Estos acusadores en realidad estaban representando a los sofistas: recordemos que éstos enseñaban el arte de la retórica y la poética, por ende, enseñaban a ser buenos políticos, enseñaban cosas que podían ser vistas y aplicadas en la vida diaria. Por ello recibían un sueldo; si alguien quería estudiar la retórica debía poder pagar a un sofista. Puede verse aquí como los sofistas veían en su ejercicio una forma de hacer negocio, pero de pronto aparece en la escena Sócrates, quien, aparte de hacer quedar en ridículo a los sofistas, no sólo es popular sino que además no cobra por enseñar. Resulta que Sócrates va en contra de la lógica sofística y además es carismático. Dicho de otra forma, Sócrates le empezó a quitar la “clientela” a los sofistas y, obviamente, ellos tendrían que reaccionar de alguna manera.
El veredicto del tribunal es conocido por todos: Sócrates es condenado a muerte bebiendo cicuta. Ganaron los sofistas; se impuso el conocimiento a la sabiduría; tuvo prioridad lo práctico sobre lo intelectual, la doxa sobre la episteme.
El problema en la actualidad
La educación gira en torno a lo económico. A pesar de que México postula en su constitución el derecho a la educación ésta no se da a todos sino a los que tienen acceso a una institución ya sea pública o privada. La Constitución dice: ”Artículo 3o. Todo individuo tiene derecho a recibir educación.” Y en su inciso II. Dice: “El criterio que orientará a esa educación se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios”. Pero en la realidad la educación que proporciona el Estado se orienta al servilismo en las industrias; los profesionistas y los técnicos son acreditados como mano de obra calificada para la producción que demanda la sociedad de consumo en que vivimos. La industria, para mantener su ritmo productivo, ha aprovechado el avance tecnológico para realizar las máximas del capitalismo: mayor producción a menor costo y en menor tiempo. No podemos negar que vivimos en una sociedad tecnológica, pues a ésta la caracteriza:
* El consumo de productos y servicios.
* El criterio del éxito es la eficacia, la productividad y competitividad.
* El conocimiento es medido en base a resultados prácticos.
* La producción ya no es en base a máquinas rústicas sino en sistemas electrónicos y/o robóticos.
* La educación e investigación giran alrededor de los temas bioquímicos, genética, robóticos, inteligencia artificial, etc.
* Hay acceso a la comunicación instantánea: satelital, electrónica, medios masivos, etc.
* Los estilos de vida y de relacionamiento están modelados por el factor económico.
* El máximo bien o meta, en común, es la plenitud económica.
En nuestra sociedad el progreso se entiende como el desarrollo por el cual es posible la solución a los problemas. La tecnología resulta en una nueva forma de abordar y dar solución a los problemas. Y el problema fundamental es el de la producción, pues de esta se genera el deseado capital.
¿Cómo es que se dio en nuestro país este giro copernicano, de la economía en base a la agricultura y a ciertos recursos naturales, a la economía en base a la producción en las industrias? Para ellos debo hacer una breve retrospectiva de los modelos económicos que han sido puestos en marcha en nuestro país, veamos:
* “Crecimiento hacia afuera” que durante el porfiriato se basaba en la explotación de los trabajadores así como de la represión a las clases bajas. Esto llevó al movimiento de la Revolución de 1910.
* “Sustitución de importaciones”; modelo que surgió de la crisis de la Primera Guerra Mundial y perduró hasta la segunda. La industria fue implantada, aunque era pobre en tecnología, bajo el ímpetu de la nacionalización de las riquezas como lo fue la expropiación petrolera.
* “Primera acumulación del capital”; durante los años cincuenta los monopolios nacionales y extranjeros acaparan el poder económico y social gracias a la explotación de la fuerza de trabajo y a la consolidación de grandes industrias.
* “Desarrollo oligopólico”; se acentúan las condiciones anteriores: se estrecha el mercado llevando a la quiebra a las empresas subsidiadas por el gobierno. Por ende crece el desempleo y comienzan las diferencias salariales que hacen variada a la clase obrera y, también, susceptible de ser controlada.
* “Desarrollo estabilizador”; en la década de los sesenta se busca dinamizar la producción privada sosteniendo los precios de lo que producía el campo, la generación de subsidios y los impuestos. Esto llevó a un aumento de las importaciones generando un elevado consumismo y propició la reducción de las exportaciones; fue así como se inició la deuda externa. El descontento interno se manifestó en la reacción social de 1968.
* En la década de los setenta este modelo anterior fue completado con una política económica basada en el alza de las tasas de interés, en el valor real de la moneda, en restricciones al gasto público, en facilidades arancelarias y en restricciones al salario. Esto condujo a la reducción del crédito, la producción, el aumento de la inflación, a la quiebra de la pequeña y mediana empresa y el desempleo.
Este cause de la economía, que era condicionado por los mercados extranjeros, propició una desigualdad social cada vez más acentuada. Ante tal panorama se presentaron dos proyectos de nación: el neoliberal y el nacionalista, uno de derecha y otro de izquierda respectivamente.
El neoliberalismo es, ante todo, “una teoría de prácticas político-económicas que afirma que la mejor manera de promover el bienestar del ser humano consiste en no restringir el libre desarrollo de las capacidades y de las libertades empresariales del individuo dentro de un marco institucional caracterizado por derechos de propiedad privada fuertes, mercados libres y libertad de comercio”. A primera instancia suena bien el discurso neoliberal, pero en su práctica le es necesario explotar a las personas en cuanto a su fuerza de trabajo y al ambiente en cuanto a la explotación de recursos.
Es ya bien conocido por todos que a partir del gobierno de Miguel de la Madrid el modelo neoliberal se fue implantando: una de las características del neoliberalismo es la de apropiarse de los medios de producción, de ahí que el Estado abandone y no regule las áreas de previsión social dando pie a la privatización. Las empresas del Estado fueron debilitadas hasta ser insostenible su funcionamiento y fueron vendidas a la iniciativa privada. Durante las siguientes administraciones cada vez más empresas estatales serían vendidas a particulares, los ejemplos más notables son Telmex y Ferromex.
En el neoliberalismo “el papel del Estado es crear y preservar el marco institucional apropiado para el desarrollo de ese tipo de prácticas”. Dicho de otra manera, el Estado debe estar al servicio de los capitalistas, servir de mediador entre el pueblo y los dueños de los medios de producción. El Estado debe otorgar el status legal a las prácticas voraces de los empresarios. Digo voraces porque las empresas pagan los salarios que quieren y sólo le dan trabajo a las personas que ellos creen aptos, es decir, a los que puedan explotar: jóvenes y mujeres con edad laboral, por lo general de 18 a 35 años. Éstos deben ser dóciles, acatar las órdenes del patrón sin hacer crítica o cuestionamiento y estar disponibles para laborar a cualquier hora que se les indique, o sea, tienen que amoldar su vida a lo que la empresa les dicte. Indudablemente este control tiene una influencia en la persona, pues su conducta responderá de acuerdo al estímulo recibido: así el concepto de libertad está cada vez más limitado. “El hombre controlar al hombre es rebajarlo al nivel de esclavo”. Pero resulta que todo ello se realiza en el marco de la legalidad, pues nada le prohíbe a un empresario imponer sus reglas. Incluso resulta que quien explota al trabajador no es el patrón legal sino un tercero a través de una de tantas agencias de empleo que abundan. Lo peor de todo es que “el ideal del neoliberalismo se ha tornado hegemónico como forma de discurso. Posee penetrantes efectos en los modos de pensamiento, hasta que ha llegado a incorporarse a la forma natural en que muchos de nosotros interpretamos, vivimos y entendemos el mundo”.
Tanto tienes, tanto vales
“Uno de los grandes defectos de la civilización actual ha consistido en la casi exclusividad del plano del tener, que ha afectado la vida humana en todos sus aspectos, cuando lo esencial de ella es el plano del ser”. El neoliberalismo exhorta a todo el mundo al éxito. Dicho éxito se mide en los bienes que se posean y el mejor de ellos es el dinero. Siempre que nos referimos a alguien como persona de éxito el aspecto económico está a la par de su exitosidad. El bien máximo del capitalismo es poseer lo más que sea posible y quien no tenga un bien es un fracasado. La economía, lamentablemente, es el centro de nuestra vida; en base a ella calificamos de perdedora o exitosa a una persona. Eso es calificar únicamente por lo externo. Me pregunto ¿cómo calificaríamos a una persona como Sócrates?
Si la felicidad está en conseguir dinero y el dinero, por sí mismo, no hace nada ¿para qué habrá de servir? Para consumir todo lo que el mercado produce: ¡todo está en venta! Incluso las cosas más elementales como la justicia, la salud, la educación y la religiosidad están a merced de quien posea el dinero suficiente.
La sociedad de consumo nos aliena. “Alienación es enajenación y se refiere a la mutilación o separación de algo esencial que le pertenece a un sujeto”. “La manipulación humana consiste en una conducta en la cual una persona actúa a instancias de otra que ha utilizado cierto dolo para lograr sus propios fines a costa del primero. Nos hace sentir, pues, la necesidad de tener cosas completamente inútiles. Esas cosas, más allá de lo que puedan ofrecer, se vuelven necesarias porque al poseerlas damos mensajes a los demás como:
* Restricción, por precio o por ley; sólo lo pueden tener unos cuantos.
* Complejidad de adquisición, la cual puede estar o no en función de la “escasez real”.
* Virtuosismo semiótico: da mensajes complejos.
* El tener un conocimiento especializado en tanto prerrequisito de su “consumo adecuado”, es decir, la moda.
* Un alto grado de relación entre el cuerpo, la persona y la personalidad; o sea, un alto estilo de vida.
“El juego de las apariencias es un componente deliberado y decisivo del comercio consumista. Hay una obsesión más general de la cultura de consumo”. Un ejemplo del consumo desmedido “es la creada necesidad de cambio anual de automóvil; que se busca hacer ver como estado de bienestar y de modernidad, pero el auto dura mucho más de un año”. Otro de los mejores ejemplos del consumo son el uso de teléfonos celulares: el tener determinado modelo de celular da cierto status a su dueño, pues no es lo mismo tener un modelo de precio bajo a tener uno de costo elevado: otorga exclusividad, pues no cualquiera puede tenerlo. La inutilidad de tal consumo estriba en que el teléfono barato y el caro deben hacer lo mismo: realizar y recibir llamadas. El mercado nos persuade diciéndonos que el modelo de mayor costo tiene funciones que el otro no puede realizar; sobre todo este tipo de persuasión se enfoca en los jóvenes, que resultan más dóciles ante la oferta que está de moda. “El discurso neoliberal se basa cada vez más en la relación entre juventud y modernidad”; sobre esto podemos ver que “cada vez son más abundantes los centros comerciales que se enfocan en llamar la atención de este sector de la población”. Así que quien no puede adquirir esos objetos siente que su vida no se ha realizado; incluso en las relaciones de pareja el factor económico es determinante para una buena convivencia. También es posible “comprar” el amor. No es de extrañarse, pues, que aquel que no tiene los medios para adquirir objetos o personas se vea como un fracasado. Se aplica entonces el viejo refrán de “tanto tienes tanto vales”, pues el individuo no es capaz de tomar conciencia que ha sido objetivado, ha sido desfigurado, tratado en un nivel inferior, como un ser que debe consumir. Todos estamos, pues, invitados a consumir ante lo cual la filosofía objeta que “las acciones y fines del hombre no deben ser producto de una ciega necesidad”.
El modelo educativo
Esta cultura del consumo opera bajo un sistema de producción y para ello el Estado debe proveer a las empresas la mano de obra calificada. Es en este punto en que la educación también se vuelve un proceso de producción, pues “las instituciones de educación pública superior integran en su conjunto un sistema complejo de producción de bienes y servicios específicos. Cada una de estas instituciones es una unidad de producción cuyo propósito fundamental es el de satisfacer la demanda de bienes y servicios educativos o productos de la investigación que se manifiesta en la región geográfica de su competencia”. Esto quiere decir que si en nuestra región la industria requiere de mano de obra las instituciones educativas deben proveerla. Como en nuestro país las empresas demandan obreros, técnicos e ingenieros las instituciones educativas invierten sólo en estos rubros dejando abandonadas las otras áreas del conocimiento. Las humanidades, sobre todo la filosofía, son vistas como un tipo de estudio sin un provecho práctico. El fantasma del juicio de Sócrates vuelve hacia nosotros. Lo que se busca como resultado de esos programas de estudio tecnológico es: “la fuerza de trabajo calificada, los nuevos conocimientos, tecnologías, datos, proyectos y prototipos generados; los servicios de asistencia, asistencia técnica, consultoría y asesoría; los servicios de divulgación y de difusión cultural”. En otras palabras se busca el beneficio inmediato, práctico y no se le da una oportunidad al desarrollo de un pensamiento más intuitivo.
Lo práctico no siempre es lo adecuado
El supuesto avance tecnológico es puesto en duda: no siempre resulta que lo práctico sea lo mejor. Podemos ver los efectos negativos que, desde la Revolución Industrial, se han generado: contaminación, movilidad de la población y constantes crisis económicas por mencionar algunos. El saber práctico no es siempre la mejor solución: “A pesar del avance tecnológico el modo de pensar y actuar de los hombres no ha progresado tanto como pudiera creerse. Por el contrario, sus acciones transcurren, al menos en gran parte del mundo, mucho más mecánicamente que en otros tiempos, cuando se hallaban motivadas por una conciencia viviente dictada por la convicción. El progreso tecnológico ha contribuido, incluso, a cimentar con más firmeza viejas ilusiones y a producir otras nuevas, sin que la razón pudiera nada contra ello. Precisamente la difusión y la industrialización de instituciones culturales han hecho que factores significantes de la maduración intelectual involucionen o desaparezcan totalmente”. Tal vez la orientación tecnológica de la educación en nuestro país sea la respuesta a las necesidades del mercado, pero a mediano y a largo plazo estaremos (y de hecho estamos) en una crisis de tipo intelectual. El no tener otra visión del mundo más que de tipo pragmatista no ha dado solución a los problemas de la vida: la gente se sigue muriendo por enfermedades que pueden ser curables; los jóvenes que no pueden ingresar a la escuela y que no encuentran trabajo se enrolan en la delincuencia; la pobreza lejos de ser erradicada se hace más fuerte cada día; la contaminación es un problema que ya preocupa a los gobiernos del mundo. Este modelo de educación tal vez le enseñe a las personas cómo ganar dinero, pero ¿les ha enseñado a ser mejores seres humanos? No vamos a negar la aportación que la tecnología ha hecho a nuestro mundo: nos ha facilitado la vida el teléfono, la computadora, el automóvil, etc. Mas como Sócrates decía sobre los sofistas: “sí, han llenado la ciudad de mercancías y los puertos de barcos, pero ¿han llenado de virtud a los hombres?”.
Conclusión
El ser humano debe recibir una formación y no un adiestramiento. Una cosa es capacitar a alguien para que realice ciertos procesos y otra muy diferente es realizarse a sí mismo. Sócrates decía: “conócete a ti mismo”; el conocimiento de procesos y labores técnicas no toma en cuenta el elemento del autoconocimiento. Se limita a ser parte de un engranaje, a ser una pieza más que cumple una función en una línea de producción. En este sentido el hombre se resta su esencia de ser racional para ser un ente que sólo produce cosas.
Desde la antigüedad en todas las culturas se formaba a los hombres en cuanto a las virtudes que ellos debían desarrollar para hacer una mejor sociedad. Especialmente en Grecia la formación de la Paideia era fundamental para todo griego, pues se esperaba que se desarrollara en todos los aspectos posibles: artes, oficios, religión, ciencia y política. Eso es lo que el mundo antiguo esperaba de un hombre: un ser virtuoso.
Hoy a pesar de tanto avance y de tantos conocimientos desarrollados no hemos podido lograr que los hombres y las mujeres sean virtuosos; en vez de ello hemos desplazado la virtud al plano económico. Virtud ahora puede entenderse como éxito y quien tiene dinero es un hombre virtuoso, exitoso. La educación ha dejado de formar a los seres humanos para alienarlos y hacerlos seres que consumen lo que el mercado produce.
El neoliberalismo, lejos de fomentar las virtudes, fomenta el egoísmo y la explotación de los demás. Fomenta que, si se tiene el dinero, es posible comprar el tiempo y la fuerza de los otros seres humanos. No da posibilidad a una empatía, pues sujetos de distinto nivel económico no pueden estar a la par; para ambos la vida es totalmente distinta. Entre estos dos sólo puede haber una relación de comercio: uno le vende al otro su tiempo, sus capacidades y su obediencia a cambio de un sueldo.
El pensamiento crítico, especialmente la filosofía, toma como centro de atención al hombre, su manera de ver la vida, su relación con el mundo, la forma en la que entiende los fenómenos con los que se topa, su concepción de un más allá y su papel como único ser racional en el mundo. Este tipo de pensamiento debe tener más presencia en las aulas de estudio; debe darse a los estudiantes otra opción más que la de ser apéndices de una línea de producción. El sujeto debe tener la conciencia de lo que implica el ser un ente que piensa.
En el ejemplo de Sócrates vemos qué le sucede a quienes se atreven a cuestionar este tipo de sistemas, pero finalmente el pensamiento crítico sigue permaneciendo al margen de la sociedad. Nuestra labor como filósofos será la de mantener ese espíritu crítico ante los embates de las nuevas formas de explotación.
Sigamos pues con nuestra actitud crítica que seguramente a través de nosotros se seguirá manifestando ese ímpetu por la búsqueda de la verdad que Sócrates nos ha legado.
Bibliografía
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