jueves, 8 de abril de 2010

Una sopa de pluralidad

       La moral de los pueblos se ve reflejada en toda su cultura y la comida, como uno de sus elementos, no es la excepción. Desde niños somos educados a compartir un momento con nuestros seres queridos a la hora de tomar alimentos. La comida es, pues, un momento solemne en el cual se abre la posibilidad de tener un acercamiento con los demás. El problema ante está situación se da cuando no hay tolerancia hacia las personas que, por practicar una religión distinta a la de la mayoría, mantienen distintos hábitos alimenticios. En mi caso el ser vegetariano no me había causado ningún problema hasta hace un par de años. Soy practicante de hinduismo, de ahí mi disposición al vegetarianismo, y en esta tradición, sobre todo en la corriente que he sido formado, la dieta basada en los vegetales es de suma importancia. Actualmente existen diversos tipos de vegetarianos: por una alternativa sana y económica, para tener una mejor salud, por moda, por motivos ideológicos o por religión; incluso la industria de los alimentos cada vez presenta más y nuevos productos para este tipo de personas. Quizá para muchos vegetarianos no sea motivo de conflicto el interactuar muy de cerca con otras personas, pero con el vegetariano que sustenta ese estilo de vida por motivos religiosos o ideológicos la situación es otra. Es natural que el ser humano busque la convivencia con los demás y en ese convivir es posible compartir una serie de elementos culturales, evidentemente, la comida es algo que no puede faltar. Es hasta hace poco que he tenido la necesidad de convivir con otras personas, ajenas completamente al hinduismo, y en muchos de los casos ha habido cierto conflicto. El problema estriba, pienso yo, en tres factores:

1. La ignorancia sobre la cosmovisión, la moral y los preceptos en los que se basa la ética que se le propone llevar a un practicante de hinduismo.

2. El prejuicio de que la religión propia es mejor que la ajena.

3. La no aceptación de que los otros tienen derecho a ser y vivir de forma distinta a nosotros según su propia voluntad.

       Veamos de forma breve por qué el hinduismo propone el ser vegetariano. Esta propuesta va más allá de ser una cuestión religiosa o de salud, sino más bien de tipo filosófico debido a la corriente ética de ahimsa o no violencia, cuyo exponente más famoso fue Gandhi. Esta postura ética influye, prácticamente, todo el hinduismo. Claro, hay corrientes que dan mayor importancia que otras al concepto de no violencia llevándolo, incluso, al plano de la comida. Al aceptar la idea de ahimsa se acepta en que para comer animales primero hay que sacrificarlos causándoles ansiedad y sufrimiento. Sobre esta base se asientan, después, los elementos religiosos de cada corriente en particular, por ejemplo, los seguidores del dios Krishna argumentan que no comen animales porque en las escrituras se dice que Él era un pastor de vacas en durante su niñez. Cada corriente va ornamentando según su propia interpretación esta postura ética. Pero también existen líneas que no otorgan un papel protagónico al vegetarianismo sin, por ello, dejar de lado ese principio ético de no violencia sino que es llevado a la práctica de distintas maneras. En la corriente en la que yo fui iniciado, vaishnavismo gaudiya, el vegetarianismo forma parte de los cuatro principios éticos con los cuales se debe orientar todo practicante:

1. No violencia: Se expresa principalmente en mantener una relación cordial con los demás, incluidos los animales (Por eso la alternativa del vegetarianismo).

2. No intoxicación: Se recomienda mantener siempre una conciencia clara y lúcida, por eso se evita la ingestión de drogas y demás sustancias estimulantes.

3. No vida sexual desenfrenada: Para mantener una conciencia receptiva, que pueda mantener la cordialidad con los demás, se necesita que la energía vital sea mantenida dentro del cuerpo, de lo contrario las facultades de la conciencia comienzan a titubear.

4. No dejar las cosas al azar: Siempre es recomendable la acción, la voluntad es la que debe ser ejercida, pero ésta debe estar orientada por una buena conciencia.

       Estos principios éticos tienen como finalidad el dirigir la energía vital del ser humano (Prana) hacia sí mismo y no hacia afuera para evitar desequilibrios que hagan deficientes las capacidades físicas, intelectuales y espirituales de la persona. De estos cuatro principios los dos primeros son los que dan mayor motivo a diferencias cuando un practicante se relaciona con personas ajenas a su ideología. Pero aquí viene un punto importante y es el de las hegemonías: buena parte del problema consiste en creer que nuestra religión, sea cual sea, es mejor que la de los demás. ¿Por qué esto es causa de conflictos? Porque al mantener una actitud hegemónica uno piensa ser mejor que el otro, uno hace menos al otro, pues se piensa que el otro está en un error y nosotros en lo correcto. Así cuando el vegetariano rechaza una invitación a comer, aparte de ser mal visto moralmente, porque no responde de manera favorable ante la cortesía, será señalado como distinto a los demás a causa de sus ideas religiosas raras ¿Qué tiene que ver la comida con la religión? Me han preguntado varias veces y, por error, respondía dando los argumentos antes mencionados. Digo por error porque se me trataba de refutar diciendo: “Cristo comía carne”. En otras palabras me estaban diciendo que eso de ser vegetariano no tiene ninguna ventaja, pues Jesús no seguía esas normas. Al hecho de poner a Cristo como referencia está implícita la idea de que la religión cristiana es mejor que la otra. De esta manera vamos poniendo barreras entre nosotros: unos del lado correcto y los otros del lado erróneo según lo piense cada cual. Se pueden hacer muchas críticas a esta postura exclusivista, pero lo que me hace reflexionar es sobre si ¿No tienen derecho las personas a vivir su religiosidad de la manera en que ellas lo crean conveniente?

       Para mí Gandhi es un ejemplo de tolerancia a la diversidad, porque, sin haber tenido una visión pluralista, no habría sido posible llevar a cabo una revolución pacífica sin precedentes en la historia de la humanidad. Creo que eso es lo que nos ofrece el adoptar una postura pluralista: romper barreras, prejuicios e ideas falsas sobre los demás, abriendo la posibilidad de convivencia, desarrollo y aprecio por las otras personas a pesar de las diferencias religiosas o ideológicas.

       Entonces ¿Qué condiciones se necesitan para que el pluralismo tenga un impacto en la forma de pensar de la gente? Para responder a esta pregunta debo aclarar que debido a la era en que vivimos, en la que los medios de comunicación más bien son de enajenación, sería utópico pretender que el pluralismo tenga un impacto masivo. Así que las estrategias que propongo las limito a mi propia persona. Lo primero y más importante es la comunicación: hablar, decir, hacer ver nuestra necesidad y como, a través, de cierta práctica o doctrina ella es cubierta. Hay que tomar en cuenta que para que haya comunicación es necesario que existan: un emisor, un mensaje y un receptor. Si el receptor no tiene la disposición por escuchar el mensaje, la comunicación no se va a dar, más bien se trataría de un monólogo. Es necesario que la otra persona tenga una disposición al diálogo de lo contrario habrá conflicto. El diálogo con la familia es muy importante y debe mantenerse siempre y cuando no de motivo a problemas. La familia es el núcleo donde nos desarrollamos y del cual recibimos apoyo (puede haber excepciones) para emprender nuestros planes. Estoy seguro que cuando se lleva una disciplina los frutos de ésta son percibidos por la gente cercana; recuerdo que mis tíos decían sobre mí que era un joven trabajador, estudioso y bien intencionado, lo único malo era que no iba a la iglesia, que tenía otra religión. Cuando estas cosas suceden es mejor que la comunicación hacia ellos se limite a temas en los cuales haya un mutuo consenso, por lo menos mantengamos la cordialidad en términos sociales de convivencia, que ya es ganancia.

       Una vez echada a andar la comunicación se puede, poco a poco, introducir el concepto del pluralismo religioso. En las conversaciones se puede hacer evidente que, a nuestros ojos, la tradición religiosa ajena es tan válida como la propia. Debemos ir removiendo esa tendencia a hegemonizar todo lo que juzgamos como bueno sólo desde un punto de vista personal ¿Qué no tiene derecho el otro a hacer su propia búsqueda, a vivir su proceso bajo sus convicciones? Mi compromiso social es ser promotor de la tolerancia, no sólo en el plano religioso sino también en cuestión de ideología, política, social, diversidad sexual, incluso deportiva, etc. Muy útil es no hacer prejuicios sobre los demás, pues se parte de una idea equivocada, de una imagen mental y sobre ella se apoya nuestra actitud al abordar a esas personas. “Vive y deja vivir” era una frase que se hizo popular entre los miembros del movimiento hippie. En ella está implícito el respeto por la libertad ajena, se hace patente la necesidad de ser lo más plural posible y así, a pesar de las diferencias, convivir de forma pacífica, cordial y armoniosa. Para mí, el ser vegetariano va más allá de una cuestión religiosa: no es para mí un deber, una orden que acatar o una forma de alcanzar el favor divino. Es la ética mediante la cual he encausado los aspectos más rebeldes de mi persona; es una disciplina que me ha abierto la posibilidad a ciertas intuiciones y es la única manera en que puedo limitar mi vida, en esta era de violencia capitalista de explotación a los demás, bajo el concepto de ahimsa no violencia. Hay mucho que trabajar y el compromiso social es serio, pero creo que voy por un buen camino, pues esta carrera de filosofía me está dando elementos para encarar las diferentes situaciones que se presentan en la vida. Ojalá se pudiera vivir dando gusto a todas las personas, pero como no es posible hay que vivir la vida a conciencia propia…

¡Mesero! Una sopa de pluralidad por favor.

No hay comentarios: